domingo, noviembre 30, 2008

Día 485, domingo

Hace una semana tuve un sueño muy extraño. Era de madrugada. Estaba en una habitación de paredes blancas, donde había una cama. En esta cama estaban dos chicas por las que yo sentía mucha empatía. Con ambas quería tener relaciones. A ambas les coqueteaba y las besaba en la boca. En determinado momento, una de ellas se fue, seguro porque elegí estar con la otra, que me hacía recordar a una chica con la que salí hace tiempo. Recuerdo que tenía el pelo negro y una nariz que se me hacía muy familiar. Con la otra chica se fueron personas que no podría identificar. Una vez a solas, empezamos a tirar. El sexo, sin embargo, no fue memorable. La vagina de esta chica era estrecha y no lubricaba muy bien. Eso significaba una larga y difícil faena. A mitad del tragín, la puerta del cuarto se abrió y apareció mi padre. Se disculpó y se fue a su habitación. Desde afuera se empezaron a escuchar gritos, seguro la indignación de mi madre al enterarse de que estaba con una chica. ¿Aquella habitación era mi cuarto? No podría precisarlo. Era un lugar que se me hizo ajeno. Tal vez mi dormitorio en el futuro. ¿A la chica yo la conocía? No precisamente. Recuerdo su cuerpo blanco, su sexo límpido, la expresión de su rostro al ser penetrada. Los días siguientes llegué a la conclusión de que había sido visitado por un súcubo. Eso explicaba, al menos, el dolor de mis genitales durante la semana. Aún hoy ruego para que esto no vuelva a ocurrir. Según he leído, éstas criaturas pueden volverse seres despreciables, capaces de hacerle la vida miserable a un hombre. En otras palabras: son mujeres. Esta tarde conocí a las vecinas del piso de arriba.
Para el recuerdo


sábado, noviembre 29, 2008

Día 484, sábado

El trabajo en la sección web el diario, además del culo plano, le dejaba a Takeshi Kusunoki la amarga sensación de que durante todo ese tiempo no había ejercido realmente su profesión. ¿Dónde estaba la emoción, la aventura, el poder con el que tanto había soñado? ¿A qué Richard Nixon iba a deponer si su trabajo consistía en estar sentado en una silla, volteando las noticias que soltaba Efe o cualquier otra agencia? Takeshi Kusunoki era entonces un obrero de la información, un lacayo. Encajaba perfecto en el engranaje del sistema: era disciplinado y amaba el periodismo. Por eso no entendía el sentido de estar ahí, aquel trabajo lo podía hacer cualquiera. El día en que salió elegido Barack Obama, se quedó conversando largo rato con el editor de internacionales, un tipo alto y de lentes, mientras esperaban a que el primer presidente negro de los Estados Unidos diera su discurso de victoria. Obama ha muerto, ¿lo sabías?, bromeaba el editor. Lo han asesinado y puesto a un doble en su lugar. Takeshi le preguntó cómo se sentía respecto a su trabajo volteando notas de las agencias de noticias. Tiene su encanto, argumentó el editor. Sé que no me entiendes ahora, pero a veces uno debe aceptar las cosas como son. Todos aquí tienen las mismas quejas con respecto a lo mismo. Los redactores de política y economía se matan escribiendo, todo para que al final de la mañana la misma noticia salga colgada en un cable de la agencia Andina. Es estúpido, pero así funcionan las cosas. Yo no me molesto, al fin y al cabo el trabajo en la sección es así y a mí me gusta. Luego puedo escribir algún artículo interpretativo sobre las consecuencias de la crisis financiera en el sistema económico estadounidense. Lo que realmente me molesta es que nuestro trabajo cada vez resulta menos importante. La gente común usa los periódicos para ver las fotos, leer algo de los titulares y después para envolver pescado. Lo peor de todo es que ellos son los que después quieren sentirse informados. Para ellos, informarse es lo mismo que ver las portadas de los diarios en el quiosco y ya. En la mañana revolotean alrededor de ellos como moscas sobre caca de perro. Ver el noticiero es igual de inútil. Nadie puede informarse en media hora. El editor de internacionales enfatizó la siguiente frase, mientras Obama aparecía por la pantalla del televisor siendo vitoreado por una multitud en el Grant Park de Chicago: La pregunta de cajón aquí es ¿quién quiere realmente estar bien informado? Nadie, y es que a nadie le interesa. Luego levantó la cabeza hacia las imágenes de CNN. El presidente electo de los Estados Unidos era una especie de estrella de rock. Obama ha muerto, ¿lo sabías? Los republicanos han puesto a un doble en su lugar, repetía el editor de internacionales. Y se reía.

domingo, noviembre 23, 2008

Día 478, domingo

Había ido al cine sola, tratando de despejar su mente de todas las cosas que la asfixiaban. Concluyó que después de renunciar al trabajo, la única manera de volver a encaminar su vida era haciendo el tipo de cosas que su mamá le había insistido siempre que debía hacer. Consigue un hombre, ten un hijo, forma una familia. A partir de entonces, se empezó a preguntar dónde estaban los chicos que tanto la habían acosado en la universidad. Todos casados, todos viejos adictos al trabajo, uno que otro economista que salía en la televisión los domingos por la noche en un programa aburridísimo que nadie veía. ¡De qué manera pasa el tiempo!, se repetía a sí misma Alicia, enfundada en su cama, quieta y triste en su departamento de soltera. En determinado momento, pensó, las cosas pierden sentido hasta volverse cascarones frágiles, maderas huecas, apolilladas. El trabajo es la forma como han engañado a la gente para que se mantenga todo el tiempo ocupada. Trabaja, come, duerme. Trabaja, come, duerme. Uno que otro lujo durante las vacaciones. Una que otra película los fines de semana. Tengan descendencia para conservar la especie. Paguen impuestos. Y todo para qué. El mundo se dirige lento hacia su autodestrucción. Las noches para Alicia Pillman se volvían interminables. Consideró ir al psiquiatra. Tal vez es eso, pensó, tal vez me esté volviendo loca. ¿Hacía cuánto tiempo que no tenía sexo? ¿Hacía cuánto tiempo que no sentía algo? Se metió a internet a buscar páginas pornográficas. La luz del monitor de su computadora alumbraba una habitación que contenía lo básico: una cama, un tocador, un espejo. Una mesa de noche con una lámpara apagada. En lugar de buscar porno escribió en Google la palabra "suicidio".

martes, noviembre 04, 2008

Día 459, martes

Un día me confesó que no relacionaba muy bien las cosas. Si lloraba toda noche, por ejemplo, no relacionaba eso con levantarse en la mañana con los ojos irritados. Simplemente no lo hace. Lo que, de hecho, le otorga una gran libertad. Por tanto, si ella besaba a un chico y se lo llevaba a la cama, al día siguiente no tenía problema con venir a contármelo. Al principio, no se imaginaba que una cosa así podía traer consigo serias consecuencias para nuestra relación. Entonces yo no sabía que para ella besar un chico no tenía nada que ver con estar conmigo, así como no tenía nada que ver comer cuatro anticuchos y después estar mal del estómago. De todas formas, continué saliendo con ella, aceptando su conducta aparentemente irracional, confiando en que algún día simplemente se nos borre de la cabeza aquella idea, que desaparezca como por arte de magia, apaciguando de una vez por todas mis paranoias, inseguridades y monomanías. Ahora, en cambio, creo que todos deberíamos ser un poco como ella. Aunque eso implique para nosotros conductas tan violentas como bajar corriendo por las escaleras con los patines puestos.